sábado, 25 de agosto de 2007
Recogemos una serie de anécdotas históricas referidas al Rey Sol (Luis XIV) de Francia. Un discurso inoportuno, un heredero que apuntaba maneras, la intercesión de Luis XIV, la suerte del cardenal Mazarino, finalmente, buen rey, pero mal poeta.
Un discurso inoportuno
Un discurso inoportuno
En una ocasión en que Luis XIV llegó a un pueblo de la Provenza, acudieron a cumplimentarle las autoridades locales. Era mediodía y el rey tenía hambre. Por eso, cuando el alcalde inició su discurso diciendo: - En la más remota Antigüedad, Alejandro Magno... El rey le interrumpió diciendo: - Alcade, Alejandro Magno había comido y yo no. Y, dando media vuelta, le dejó con la palabra en la boca.
Según Voltaire cuando en 1706, Luis XIV tuvo noticias de la derrota de sus ejércitos en Ramillies frente a las tropas del duque de Malborough, comentó: - Parece ser que Dios no recuerda lo mucho que yo he hecho por Él. No era la modestia una de las virtudes del rey francés, obviamente.
La suerte del cardenal Mazarino
Cuando notificaron a Luis XIV la muerte del cardenal Mazarino, sucesor de Richelieu en el gobierno de Francia, le dijeron: - Majestad, el cardenal ha entregado su alma a Dios. Y el rey, que no sentía demasiada simpatía por el cardenal, respondió: - ¿Estáis seguro de que Dios la ha aceptado?
El heredero apuntaba maneras
Cuando Luis XIII estaba agonizando, llamó a su heredero, el futuro Rey Sol. Luis XIV, a su lecho de muerte. El niño sólo tenía tres años y el padre, para quitar dramatismo al momento, quiso jugar con él y le preguntó: - A ver, pequeño, vamos a ver si sabes cómo te llamas. Y el niño respondió: - Luis XIV, señor. No cuenta la historia cuál fue la reaccióndel moribundo al escuchar la respuesta de su hijo y heredero, pero lo cierto es que falleció muy poco después y el niño se convirtió en rey.
Buen rey, pero mal poeta
En una ocasión Luis XIV mostróa a Nicolás Boileau unos versos que acababa de escribir. El ensayista se vio incapaz de mentir, pero buscó la manera de dar una opinión sincera al rey, sin ofenderle, y le espetó: - Nada hay imposible para vuestra majestad. Habeis querido hacer unos malos versos y ¡qué facilmente lo habéis conseguido!
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